martes, 17 de mayo de 2011

INSTALACIONES DOMESTICAS Y QUÍMICA DEL AGUA

Solo haré referencia a los elementos más comunes que afectan negativamente a la calidad del agua, dejando para otra ocasión aquellos compuestos, la mayoría de ellos tóxicos, que afortunadamente son poco frecuentes y que  aparecen en concentraciones indeseables accidentalmente.

  El agua potable de distribución, según su procedencia, contiene una serie de compuestos químicos que en la mayoría de las ocasiones varían a lo largo del año en función factores climatológicos, que determinan, entre otras cosas, su  dureza.
Estos compuestos químicos son absorbidos por el agua, ya sea al atravesar la atmósfera (gas  carbónico, oxígeno, etc.) o durante su recorrido a través de las capas del terreno (carbonatos, sulfatos,  cloruros, etc.). Según las características de éste y la cantidad de gas carbónico que haya absorbido, disolverá  más o menos cantidad de sales cálcicas, formando, por ejemplo bicarbonato cálcico. Al efectuar la captación de  cualquier agua, el bicarbonato cálcico llegará hasta las instalaciones, donde originará incrustaciones calcáreas.  Estas incrustaciones se producen principalmente en los puntos o zonas donde el agua se calienta, o donde sufre  agitaciones o turbulencias. Bajo estas condiciones, se libera el gas carbónico que mantiene disuelta dicha cal y  por ello, ésta se precipita, formando las incrustaciones calcáreas en las conducciones de agua, así como en los  aparatos a ellas conectados (griferías, calderas, calentadores, acumuladores, intercambiadores de calor,  lavadoras, lavavajillas). Los valores de la dureza total del agua que reflejamos son desde la óptica de su potabilidad, ya que si bien los 15º F. son aceptables para cualquier uso, 50º F son ciertamente elevados para casi  cualquier utilización industrial y doméstica del agua.
Tengamos en cuenta  que los materiales que, básicamente y de  forma general, se utilizan en las redes de distribución y en instalaciones son el acero  negro, el acero galvanizado, chapa de acero, cobre, aluminio y el  latón y los plásticos. La acción del agua sobre algunos metales puede provocar problemas de corrosión. Asimismo, el equilibrio calco-carbónico del agua proporciona a ésta propiedades agresivas o incrustantes que se reflejan en las tuberías de las redes de distribución, efectos que pueden sumarse a los motivados por procesos microbianos.  Tomemos, por ejemplo, el caso de los depósitos acumuladores de agua caliente sanitaria que al ser afectados por el contenido en cloruros del agua, obligan a  aconsejar, para concentraciones superiores a los 150 mg/l y hasta  los 350 mg/l, la utilización de depósitos de acero inoxidable  aleado con titanio. Un caso similar es el de los termos  eléctricos en los que, además de ser fabricados con el material  adecuadamente resistente a la corrosión, se hace, a veces, necesario instalar un ánodo de magnesio (a cambiar periódicamente) y  que actúa como protector.
La corrosión, en estos casos, será todavía más acusada si a  una dureza relativamente baja se une una mineralización alta,  sobre todo si esta se debe, reiterando lo ya indicado, a iones  Cl- que poseen, dado el pequeño tamaño de sus iones, un gran  poder de penetración, elevan la conductividad iónica y actúan  como despolarizadores del proceso de corrosión. Además se ha  comprobado que la presencia de estos iones impide una buena  cristalización de las capas protectoras, volviéndolas porosas.
Otro caso es de las piezas y accesorios fabricados de latón  amarillo, aleación con cierto grado de predisposición a la  corrosión por descinficación, siendo uno de los factores de  riesgo de producirlo, la presencia de los ya mencionados iones  cloro, habiéndose comprobado que con contenidos del orden de 80  mg/l. se inician ya los fenómenos de corrosión local.
Como ya he indicado otro aspecto del agua a considerar es su dureza (contenido en  compuestos de calcio y magnesio). Si el agua es dura los  carbonatos y bicarbonatos en disolución pueden provocar  incrustaciones sobre la superficie rugosa de las tuberías y sobre  el interior, también rugoso, de los grifos, terminando por  inutilizar a sus dispositivos mecánicos, siendo especialmente  rápido este fenómeno con el agua caliente y en aquellas griferías  que se utilizan sólo esporádicamente (por ejemplo en las segundas  viviendas). Como es sabido las agua muy duras se consideran poco  agresivas, dado que pueden depositar sobre la superficie metálica  películas calcáreas continuas y compactas que dificultan el  ataque del metal subyacente, sin embargo esta precipitación  provoca, como hemos dicho, otros problemas. Para evitar los derivados de la dureza del agua algunos electrodomésticos llevan  incluso incorporado un descalcificador para combatir durezas de  hasta 125º franceses

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